VICENTE LUIS MORA: «HACIA UNA (TODAVÍA) MAYOR LIBERTAD CREATIVA»

On 25 abril, 2022 by Redacción Creatividad Literaria

Centroeuropa fue un revulsivo tal en 2020 que aún continúo recomendando su lectura y no dudo que seguiré insistiendo en su virtud, de hecho creo que ahora mismo lo estoy haciendo y por eso, en directo, la añadimos ya a nuestro Club de Lectura.

El hallazgo fue múltiple, porque salté de una ficción sorprendente, profunda y simbólica a descubrir el Diario de lecturas de su autor, Vicente Luis Mora. Ahí encontré referencias de libros sobre el proceso creativo, un ámbito que es la razón de ser de las entrevistas de CL. Las reseñas y perfiles que escribe Mora en este espacio son además un ejercicio de libertad y conocimiento purificadores. Es teórico y disfrutón, no se lo pierdan.

El currículum de Vicente Luis Mora es destacado. Poeta, ensayista, narrador, colaborador habitual de revistas literarias, director del Instituto Cervantes en Albuquerque y Marrakech, varias veces premiado. Zambúllanse en su obra, pero antes, si nos lo permiten, os animamos a conocerle por esta vía, la del ¿cómo y por qué escribes? Dos preguntas que en su caso hacen brotar infinidad de ramificaciones.

¿Recibiste consejos y/o los buscaste cuando te iniciaste en la creación?

Habría que distinguir dos períodos diferentes. En el primero, que me llevó desde los 16 hasta los 22 años, aproximadamente, desarrollé un aprendizaje absolutamente autodidacta y, en consecuencia, por completo equivocado, chapucero y basado en imitaciones clasicistas. En el segundo período, mucho más fructífero, entré en contacto con otros creadores cordobeses, como Antonio Luis Ginés, Javier Fernández o Pablo García Casado, y de ahí surgieron lecturas mutuas y la suerte de recibir de ellos numerosos consejos y recomendaciones de lecturas actuales, que me vinieron estupendamente. Además, la labor que realizó Javier Fernández como editor de parte de mi obra fue, según he declarado en numerosas ocasiones, un hito fundamental para mi crecimiento.

¿Cómo fue tu evolución como escritor (de ficción)? ¿Y cómo es en la actualidad?

Es una cuestión compleja la que me haces, porque no he tenido una evolución lineal como escritor, sino que he ido desarrollando proyectos creativos, a veces de forma paralela, que a veces han terminado de manera feliz y otras veces han sido simples intentos truncados, inacabados. Por poner un ejemplo, Circular 22, que aparecerá, si todo va bien, este año, es un proyecto creativo de 24 años de duración, durante los cuales no ha habido un solo mes en que no haya cambiado algunas piezas, añadido o quitado algún fragmento al original o retocado varios párrafos. Durante ese cuarto de siglo, otros rincones de mi mente generaron otros cuatro libros de narrativa, de los cuales se han publicado dos, Fred Cabeza de Vaca (2017) y Centroeuropa (2020). Ninguno de esos cinco proyectos tiene nada que ver con los demás, son obras radicalmente diferentes, parecen de autores distintos y quizá lo sean. Por ese motivo, ver algún tipo de “evolución” me resulta bastante complicado.

¿Hacia dónde te gustaría progresar (o regresar)?

Hacia una (todavía) mayor libertad creativa.

¿Reflexionar sobre la creación literaria de otros en tus ensayos te ayuda o te limita en tu ficción?

Siempre he dicho que el conocimiento exhaustivo de la obra de los demás, ya sea de clásicos, ya sea de personas que contemporáneamente practican la creación, es el mejor ejercicio que puede hacer un artista: elimina los plagios involuntarios, favorece la humildad, desarrolla la altura intelectual, disciplina el ejercicio, y, sobre todo, ese conocimiento ofrece al autor multitud de posibilidades, planteamientos, técnicas literarias, herramientas compositivas o estructurales, etcétera.

¿Qué distancia hay entre tu yo académico y el creativo? ¿Pueden convivir lo analítico y lo imaginativo? ¿Eres capaz de leer sin hacer crítica literaria?

No puedo leer sin hacer crítica, de la misma forma que no puedo ver una película sin ejercer el análisis narrativo: ni podría ni querría hacerlo, porque es mucho más divertido asistir a un hecho creativo juzgándolo al mismo tiempo, valorando giros, planteando alternativas en tiempo real, dilucidando aciertos y errores. Hace muchos años que no puedo “dejarme llevar” por una ficción, pero no lo echo de menos, es mucho más interesante contemplarla con todos los sentidos alerta, disfrutando sus elementos persuasivos a la vez que te defiendes de su manipulación emocional.

¿Cómo se avanza en la técnica sin renunciar al instinto?

No son elementos irreconciliables; también se necesita instinto para saber cómo utilizar las técnicas y para desarrollar las tuyas propias. El instinto forma parte de todo el proceso.

¿De qué género disfrutas más como lector y de cuál como escritor?

En ambas modalidades, lector y autor, prefiero la hibridación genérica; disfruto más la lectura o escritura de aquellas obras que no se preocupan demasiado de incardinarse en uno u otro género literario y se metamorfosean con libertad en cualquier forma textual.

Subterráneos, Fred Cabeza de Vaca o Centroeuropa son libros premiados. ¿Qué valor tiene para ti que una obra sea reconocida por un jurado? ¿Crees que influye en el crecimiento de un escritor el ser o no distinguido en certámenes literarios?

Por lo común, los premios literarios suelen ser para mí una manera de encontrar editorial, amén de obtener una remuneración justa por un trabajo legítimo. Creo que lo que da el prestigio o lo quita son los libros, más que los premios. Salvo el caso de premios absolutamente desprestigiados, como algunos de grandes grupos, claro.

Singularidades. Ética y poética de la literatura española actual es uno de tus ensayos. ¿Cuál debe de ser la responsabilidad ética y la proyección adecuada del autor en estos momentos de tanta exposición en redes?

Creo que la responsabilidad debe manifestarse por/hacia uno mismo, y luego puede detectarse (y valorarse) en los demás. Eso significa que nuestra ética no es algo que podamos extender a otras personas. Me explico, porque estas cuestiones son delicadas y merece la pena excederse en la clarificación antes que ser malentendido o malinterpretado: las normas éticas son de consumo propio, hay que cuidarse mucho de imponérselas a los demás. Eso no significa, por supuesto, que no podamos juzgar (sensata y prudentemente) los comportamientos pasados o presentes de otras personas, pero esas personas han debido ser libres para desarrollar sus propios principios. No tienen por qué valerles los nuestros. Y hay muchas éticas practicables, dentro de unos mínimos comunes denominadores en los que creo que todas las gentes de la cultura estaríamos de acuerdo. Pero en un artista o escritor, la ética personal no puede ser proselitista. Me conformo con que haya alguna en las personas, recordando que las obras artísticas y literarias no tienen que ser morales, ni mucho menos moralistas.

Respecto al uso actual de las redes sociales, veo muchas cosas lamentables, pero también veo aspectos penosos en mí, así que mejor me callo, intento mejorar y continúo camino.

Cultivas varios géneros. ¿Eso te enriquece? Renuevas mucho tu voz. ¿Es voluntario o va acorde con cada momento vital?

Como he comentado más arriba, practico la literatura como un todo que no sólo no se preocupa mucho por el género concreto en que se expresa, sino que ni siquiera es entendible autónomamente, en el sentido de que a veces desarrollo prácticas que colindan con otros sectores (arte, digitalidad, performatividad) que numerosas personas no consideran literatura. Prefiero decir que voy creando, sin fijarme en cuál es el terreno exacto (genérico o artístico) sobre el que trabajo.

¿Qué lugar ocupa la poesía para ti? ¿Es el espacio de mayor libertad?

Todos los literarios son espacios de libertad a mis ojos. Mi libro de poemas Nova contenía un par de ensayos al final del libro y un poema visual. Construcción tenía una clara dimensión visual y se completaba con una serie de textos en mi página web (ahora inaccesibles). Tiempo era un continuo textovisual con imágenes intercaladas. Serie y Mecánica incorporan varias piezas construidas bajo procedimientos numéricos, seriales o mecánicos. Pero es que todo mi trabajo es así: mi ensayo Singularidades contenía dos poemas; La luz nueva, uno; mi obra en marcha Circular 22 (cuya versión final aparecerá, si todo va bien, en 2022) se compone de 450 piezas de todos los géneros posibles y algunos inventados; Fred Cabeza de Vaca es novela, fragmento, biografía, aforismo y microensayo, y Teoría (que aparecerá en 2022) es un híbrido entre el aforismo y la reflexión teórica sistemática. Y otras excentricidades que hice, como el número 322 de la revista Quimera, y que espero seguir haciendo.

Eres un autor prolífico. ¿Cómo compatibilizas tu trabajo con la creación? ¿Cómo gestionas tus tiempos?

Si te sirve de ejemplo, respondo a esta entrevista tras haber investigado durante nueve horas. Cuando acabe, comenzaré a leer (espero que por gusto), hasta que llegue la hora de distraerme un poco. Pues cuando escribo literatura, lo hago con la misma intensidad. Es la concentración lo que favorece el rendimiento. Por desgracia, por cada 100 horas de trabajo, solo dedico 1 a escribir literatura. No es que escriba mucho, proporcionalmente, lo que ocurre es que la semana tiene muchas horas si no te dispersas y da para estudiar mucho y escribir una migaja. Mi agenda, sin embargo, reserva siempre tiempo para el ocio, las amistades, los paseos, el deporte y el cine.

¿Existe la madurez literaria? ¿Qué significado le das a esa frase hecha? De existir esa madurez literaria, ¿es buena o hay un riesgo de “envejecer” mal?

Por madurez entiendo el dominio de los recursos y técnicas y la capacidad de crearlos a la medida de tu necesidad. Creo que, en ese sentido, he llegado a ella. Espero no salir hasta bien entrada la vejez.

¿Cómo influyen los críticos en la consideración de la literatura actual? ¿Cómo te influyen a ti?

Los buenos influyen poco en lo general, pero a mí en particular me resultan imprescindibles. Me ahorran muchísimo tiempo. Les debo muchas horas de felicidad, largas tardes dedicadas a libros que sí merecían la pena.

Mantienes desde hace años un blog de crítica literaria que goza de prestigio. ¿Es necesario que sea un blog y no una columna en una revista para lograr libertad de opinión?

El uso del término “columna” en el enunciado de su pregunta es más que significativo a ese respecto. Yo prefiero escribir textos (de la extensión que sea preciso) a escribir columnas de tamaño y tono prefijado. Esto no quiere decir que no las haya hecho, o que no pueda hacerlas también en el futuro, en paralelo a mi expresión bloguera. Pero, en efecto, en mi blog no tengo que rendir cuentas nada más que a los lectores -que no es poco-, y, como he explicado en La escritura a la intemperie, la bitácora permite completas libertades de tono, estilo, organización, longitud, incorporación de notas al pie, aparato teórico y bibliográfico, elementos audiovisuales, hipervínculos, etcétera.

¿Crees que debería haber más críticas negativas? ¿Cuál es la responsabilidad de un crítico?

Sí, creo que debería haber más crítica negativa. En mi caso la practico en los ensayos y artículos académicos, donde sé que van a leerlas sólo las personas interesadas y competentes para comprenderlas sin caer en el morbo.

La responsabilidad del crítico creo que se termina en hacer una crítica profunda y cívica del texto que analiza.

¿Y qué opinas del silencio generalizado de las editoriales como respuesta a los manuscritos y de la proliferación de la autoedición o de editoriales patera? ¿Qué opinas sobre el sector editorial actual?

Opino que alguien que se molesta en enviarte un libro se merece algún tipo de respuesta, aunque sea clónica y despersonalizada. Esos envíos denegatorios -de joven los coleccionaba- pueden escocer, pero te quitan la angustia del qué estará pasando con mi libro, que es más devastadora que la negativa final. Estoy muy a favor del mensaje o carta-tipo de rechazo explícito. Bastante sufrimos ya los autores al corregir, no hay que caer en el sadismo.

La autoedición apenas existe, lo que abunda es la autopublicación explotadora. Pero si tienes más de 18 años, ya debes saber dónde te metes, y cómo quieres que te expriman.

Sobre el sector editorial actual: bien por la zona media, regular por la baja y bastante infame por arriba, todo salvo excepciones. Creo que nos entendemos.

¿Qué opinas sobre el mantra de que hay que leer a los clásicos? ¿Los consideras fundamentales en la formación del aspirante a escritor? ¿O puede que haya a quien le baste con la literatura contemporánea?

La expresión “mantra” suena aquí un poco a “cantinela”, a rollo macabeo que muchos repiten, creo detectar una connotación negativa. Leer clásicos no lo veo como un mantra, ni como un mandamiento, ni como un desiderátum, sino más bien un simple gesto de sentido común: aprende a hacer tu trabajo, antes de hacerlo. En cualquier otra profesión lo mínimo que te exigen es conocer los rudimentos del oficio.

Estudiaste Filosofía. ¿Temes caer en filosofar cuando los personajes trasladan su parecer, sus sentimientos? ¿Filosofía y Literatura son primas hermanas? ¿Deben ir de la mano, como generadoras de esa batalla de ideas que ambas cultivan?

Bueno, en realidad comencé la carrera de Filosofía y la dejé a medias, como tantas cosas. La respuesta a la primera pregunta es no, mis personajes respiran y piensan -salvo si son filósofos o locos, en cuyo caso, además, filosofan-. A la segunda y tercera preguntas estoy dedicando un libro inédito, cuya redacción me llevará buena parte de la vida. Y puede que no lo acabe, porque sigo sin tener clara la respuesta. Escribo ese ensayo a razón de un párrafo al año, para ver si me aclaro, sin conseguirlo.

¿Hay que saber de mucho para escribir? ¿Cuánto más erudito mejor o la inocencia/sorpresa ante la vida puede dar un toque más auténtico/fresco? ¿Puede limitar de algún modo el conocimiento el proceso creativo?

No creo que haya leyes generales sobre esta cuestión. Pero la mayoría de las mentes creativas interesantes que he conocido eran o son profundamente cultas. Supongo que es normal amar aquello a lo que te dedicas.

Por el contrario, noto en numerosos escritores jóvenes poca destreza técnica y nulo espesor intelectual, consecuencia del hecho de que no quieren leer, sino escribir.

Termino como empecé, pero al revés: ¿Das algún consejo a quien comienza?

Que lea mucho y bien, sobre todo clásicos -incluyendo los contemporáneos del XX y XXI-. Si tiene dudas de cuáles son, le recomiendo que lea todos los libros: los clásicos serán fácilmente distinguibles.

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