PEZ DE PLATA: «PROHIBIDO NO SOÑAR»

On 25 junio, 2015 by Redacción Creatividad Literaria

pez de plata editorial

Andan sueltos por ahí unos libros que captan tu atención a primera vista por sus portadas y su sello, el de un animalillo escurridizo y plateado… Cuando los abres ves que están ilustrados como con rabia y después, al adentrarte en sus historias dices «¡ostras pedrín!» (o similiar). Por ahora son trece los títulos que dan entidad a la editorial Pez de Plata. Un humilde haber que destaca ya por su personalidad.

Artistas como Pedro Rico, Miguel G. Díaz, José Paredes, Marc&Bernat M. Gustà, Leo Flores, Leticia Vera, David Rionda, Lorenzo Ariza, que ilustró su propia obra, Enrique Oria, Roger Pibernat y Pedro Arrojo han enriquecido las historias de escritores como David Barreiro, Milo J. Krmpotic, Fernando Fonseca, Sergi Escolano, Lorenzo Ariza o Andrés Moutas, finalista del Premio Minotauro con El Club de los cinco minutos, la última novela editada por Pez de Plata y en plena gira de presentaciones.

De la misma manera que preguntamos a los escritores que por qué y cómo y cuándo escriben, vamos a preguntarle a un editor que por qué y cómo y cuándo edita y alguna pregunta más personal, ya que se deja y que responde con tanta gracia y soltura. El elegido es Jorge Salvador Galindo, que junto a Eva Díaz dirige con entusiamo Pez de Plata. Además de entusiamo por la literatura está dotado de frescura y sarcasmo, así que os animamos a leer sus reflexiones sobre la creación, la literatura y el mundo editorial en concreto (poesía dedicada a libreros incluída).

Tambien os invitamos viralizar la siguiente petición: #GonzaloSuarezPezdePlata.

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Repasando las ilustraciones de las portadas de los libros de Pez de Plata me da la sensación de que hay algo como salvaje…

Estamos de acuerdo. Y no estamos solos. Mariano Veloy y yo tenemos una coña sobre este asunto. Apodamos a su segunda novela, Después de Rita, la novela-lagartija. Por la noche la dejas al lado del ficus y por la mañana te la encuentras en el cajón de los calcetines. Eso dice Mariano. Y luego está la teoría de Diego Medrano. Dice que la primera vez que coges un libro de Pez de Plata te saca las uñas. Pero si aguantas el primer arañazo, matiza, ahí tienes un amigo para toda la vida. La explicación es sencilla. Los libros de Pez de Plata son salvajes porque tienen vida, y esa estética se debe en gran medida al trabajo de los ilustradores.

¿Tiene algún discurso el hecho de que la editorial se llame Pez de plata? ¿Hay alguna relación entre vuestras publicaciones y ese animalillo escurridizo que tratamos de aplastar en el baño y que normalmente se pierde por las juntas hacia quién sabe qué oscuro, o no, lugar?

En primer lugar, te pediría por favor que no trates de aplastar a esos animales. Tienen familia, una hipoteca y grandes proyectos de vida. Son simpáticos e inofensivos. Cada vez que aplastas un pez de plata cobra vida un fósil de trilobites. ¡Los efectos son devastadores! Por otro lado, la relación de este personaje con la editorial es básica y literariamente gastronómica. El pez de plata (llamado también lepisma saccharina, sardineta, pseudoescorpión o devorador de libros) se alimenta de moho, de almidón, de papel… Se come los libros como el lector impenitente, el letraherido que se zampa un libro al día porque de otra forma pierde su equilibrio vital. Hay cientos de anécdotas divertidísimas. Por ejemplo, hace poco hablaba de este tema con el periodista Lorenzo Rodríguez Garrido y me comentaba que los peces de plata que habitan su biblioteca son inteligentes y selectivos: sólo se comen el papel de las novelas malas. Y a Borges, por ejemplo, ni lo tocan. En cualquier caso, sobre estos temas es mejor consultar la novela Las confesiones de un bibliófago de Jorge Ordaz, que reeditamos el año pasado. Entre las páginas 124 y 129 encontrará el lector toda la información sobre estos fascinantes animalitos. Y también la manera de combatirlos sin atentar contra la naturaleza. Siguiendo el consejo de Pascual Grassi: «Limpieza a fondo, aireación de vez en cuando y manejo frecuente de los libros».elmurmullo

Las editoriales ceden todo protagonismo a las novelas y sus autores hasta el punto de convertirse en nombre y logotipo, en un sello, pero detrás hay una persona que decide qué publicar, a qué autor dar una oportunidad, por qué estilo arriesgar… Momento de protagonismo del editor con una batería de preguntas clásicas: ¿quién y cómo es la persona que dirige Pez de Plata? ¿De dónde viene y hacia dónde le gustaría ir? ¿Por qué se lanzó a crear una editorial y cómo fue el proceso?

Imposible saberlo. Supongo que una persona llena de anomalías, caprichos y chifladuras. Poco más que eso. Aquel que se dedica a editar libros (si no es de cierta especie que se pasa la noche dándole besos a la calculadora) ha de estar dominado por una batería de pasiones. Eso creo. Dominado por la pasión libresca, por la literatura, por el impagable viaje de la imaginación. No hay actitud más aburrida que estar todo el santo día con los pies en el suelo. A fin de cuentas, todos tenemos un pie en la tumba. Ahí es donde se asoma el editor todos los días para tomar impulso, para defender a los autores y obras que publica o, como es muy previsor, para comprobar que el sarcófago es de su medida. ¿De dónde vengo? Del derecho, de la criminología, de la filología, de un máster en edición que no me gustó demasiado pero que me permitió conocer a mi socia berlinesa Eva Díaz y montar Pez de Plata. El proceso fue difícil porque al principio tuvimos una plaga de orugas y nos vimos obligados a llamar al exterminador. Ahora todo va como la seda, en la dirección que nosotros queremos. Un camino escarpado y lleno de obstáculos, pero mucho más gratificante porque ya hemos aprendido a equivocarnos.

¿Cuál es y cómo se gestiona la proporción y dualidad empresario/soñador?apabulla

Robert Louis Stevenson lo explicaba con nueve palabras: El extraño caso del Dr. Jekill y Mr. Hide. Sobra decir quién es el empresario y quién el soñador. Yo, no nos engañemos, lo llevo fatal. Pez de Plata nunca se hubiera creado bajo los dictados del empresario. Pero también es cierto que si seguimos exclusivamente las consignas y deseos del soñador, tal vez Pez de Plata desaparezca de todos modos. ¿Qué hacemos entonces? Siempre que intento tirarme por la ventana, caigo del otro lado. Como Nino Clau, el protagonista de Después de Rita. Esto quiere decir algo: PROHIBIDO NO SOÑAR. Es decir, perseverancia.

Antes te hablaba de arriesgar, los comentarios generales es que publicar un libro es una locura. ¿Cada título nuevo es un riesgo económico o hay un estudio de mercado detrás que te dice que ese libro tiene que salir bien?

Pero es un riesgo asumido desde el origen, una locura persistente con la que ya veníamos vestidos. Cada nuevo título es un reto. Que salga bien o mal depende de nosotros, de si logramos transmitir a los lectores y libreros las sensaciones que nosotros experimentamos al leerlo. No es fácil, y menos cuando nos dedicamos a publicar narrativa contemporánea en castellano. Si hay una traducción de por medio todos nos ponemos a aletear como palomas. Un ejemplo. En los últimos años se han publicado muchas novelas de autores ingleses y norteamericanos relacionadas con el mundo de los libros. Levantas una piedra, y ahí tienes una reseña al respecto. Jorge Ordaz escribió Las confesiones de un bibliófago en los años 80,  cuando en España apenas se escribía sobre bibliofilia. En este sentido, acabamos de recuperar la novela de un pionero. Lo tenemos delante de las narices, pero seguimos contemplando el océano. Me recuerda a las novelitas populares del oeste que se escribían bajo pseudónimo. Silver Kane es mucho más exótico que González Ledesma y Jorge Ordaz mucho menos que Katarina Bivald, aunque la novela del primero sea infinitamente más interesante. En fin. No. No hay estudio de mercado. Si lo hubiera no publicaría muchas de las novelas que he publicado. Y me arrepentiría.

Si hay riesgo económico grave, al igual que lo hay en quien juega o apuesta dinero, ¿qué te lleva a asumir ese pPORTADA-SAMSAeligro?

El sentido común, supongo. O todo lo contrario. Si confiamos plenamente en una novela, si su lectura nos ha apasionado, si creemos que puede despertar el interés de los lectores, ¿por qué no editarla? Somos conscientes de las dificultades, de los recursos limitados de los que disponemos, pero con quinientos lectores por novela podríamos sobrevivir. La clave está en llegar a ellos y seguir avanzando, porque nuestros autores se merecen mucho más que eso. Si comparamos con otro tipo de negocios, el riesgo de una editorial como la nuestra es moderado. Las deudas son moderadas. De otra forma sería inviable. Al respecto, el cachondo de Sergi Escolano siempre dice que hay que comprar un ejemplar de su novela porque si no el editor seguirá alquilando su cuerpo por las noches y vendiendo cartones en la periferia.

En la colección Brotadura publicáis a autores noveles. ¿Qué le pides a un nombre desconocido? ¿Obtienes una mayor satisfacción al ofrecer una oportunidad a un nuevo escritor? ¿Hay mucho autor válido al que las grandes editoriales no le abren las puertas porque no tenga padrino o porque su literatura no sea comercial? Y de los que habéis publicado, ¿a quién le auguras especialmente un futuro como escritor?konigsberg

Les pido lo mismo a todos los autores de Pez de Plata, sean noveles o no. Tres cosas: imaginación, voluntad de diferenciarse literariamente y provocación de sensaciones materiales. Boris Vian lo dejó escrito: «Hacer reír al lector, hacerlo llorar, inquietarlo, excitarlo, pero siempre materialmente». Emocionar al lector. No hay más. Y la satisfacción es la misma, aunque también es cierto que cuando una primera novela recibe un comentario elogioso (ya sea de un crítico o de cualquier otro lector) a mí se me erizan los pelos del cogote. Hemos publicado ya cuatro novelas en Brotadura. Königsberg, de Mariano Veloy: surrealista, tronchante, velocísima, al ritmo de los Monty Python. Con pecado concebido, de Sergi Escolano: la parodia más endiabladamente divertida que puedas encontrar sobre el Apocalipsis y las religiones de todos los tiempos. Samsa, de Lorenzo Ariza: «Dudo que a Kafka se le haya hecho alguna vez mejor homenaje». (Esto lo dice José María Merino). Y, por último, acabamos de publicar El Club de los Cinco Minutos, de Andrés Moutas, finalista del Premio Minotauro y una historia delirante, alterada, política e irremediablemente paranoica. No me decanto por ninguna de ellas porque aprecio mi integridad física y sé que los autores de Pez de Plata son muy buenos con el tirachinas. Respecto a lo que hacen las grandes editoriales por los jóvenes escritores, pues no lo sé. Yo creo que los dejan inicialmente en nuestras manos (en las zarpas de los pequeños editores) y si luego suena el pito, ya veremos.

¿Cómo hace para seducir a autores con trayectoria como Milo J. Krmpotić o David Barreiro?el-tunel-b

Nada extraño. Creo que ambos saben que hacemos todo lo que está en nuestras manos para sacar los libros en las mejores condiciones.  Les gustó la estética de Pez de Plata, el proyecto editorial, y supongo que también supimos trasladarles el entusiasmo con el que pretendíamos afrontar la publicación de sus novelas. Lo mismo pasó con Fernando Fonseca, por ejemplo, que también es un autor de trayectoria. No fue necesario suplicarles ni emborrachar sus cuerpos, pero lo hubiera hecho con tal de publicar El murmullo, El túnel o Apabullante silencio extranjero, tres novelas muy diferentes pero escritas con la misma contundencia.

 

¿Qué escritor/a le gustaría que publicara en Pez de Plata?

No necesita presentación, pero se llama Gonzalo Suárez y también Martín Girard. Es de Oviedo. También es director de cine y periodista. Creo que es el único escritor capaz de esquivar su propia sombra. Seguro que hubiera sido un gran púgil. Sam Peckinpah dijo que era un genio y su última novela, Con el cielo a cuestas, lo corrobora. Hace años le mandé una carta en la que le decía que le escribía a máquina porque no tenía una pluma de oto. Porque si en Oviedo es muy difícil encontrar un oto para pedirle una pluma, más complicado aún es que te la dé. Algo así. Desde entonces mantenemos una curiosa relación, en la que nos vamos encontrando y esquivando al mismo tiempo. Él sabe que le piso los talones, y yo no pierdo nunca la esperanza de publicar alguno de sus libros. También me gustaría publicar una novela del escritor zaragozano Manuel Manzano, pero Manuel es un tipo tan escurridizo como una escolopendra. Ahora que lo pienso, le debo una llamada.conpecadoconcebido2

¿Cuál es el best seller de Pez de Plata?

Hoy, Con pecado concebido, de Sergi Escolano. Este libro hace suyos todos los calificativos que le dedicaron en su día a las memorias de Miguel Mihura. Te los resumo, porque son cincuenta y seis: desternillante, mondante, inteligente, sublime, simpático, codornicesco, jacarandoso, lunático, lúdico, fenomenal, trepidante, glamuroso, irrepetible, guapo, mono y libro. En realidad, todos nuestros libros arrojan unas ventas parecidas.

La colección Subversiva la destináis a “lectores sin complejos”. ¿Qué complejos crees que predominan en el panorama editorial español? Y, ¿qué sucede en vuestras novelas subversivas para romper esos complejos?

Cuando definimos esta colección como «subversiva» no nos referimos sólo a que los textos traten temas controvertidos, especialmente sensibles, destructivos, ofensivos o políticamente incorrectos. Es más una óptica general que también tiene que ver con el elemento literario, con la misma propuesta narrativa. Sólo hemos publicado dos títulos en esta colección y ambos han cosechado grandes fervores y odios atronadores. El libro de relatos de Diego Medrano, Dejemos el pesimismo para tiempos mejores, por su metaliteratura desaforada y extrema, por sus hiperbólicos planteamientos en la relación Cultura/Vida. El caso de Marco Lúbrico y su novela erótico-porno-filosófica (Las hembras del cimarrón) es llamativo porque se trata de un homenaje a las mujeres que parece todo lo contrario. Hay quien se ha ofendido leyendo esta novela. Dicen que es una novela machista, pero creo que se equivocan. ¿Les parecerá machista 50 sombras de Grey?

Una vez que el libro está publicado, ¿cómo y cuán difícil o creativa es la labor de darlo a conocer para una editorial comolashembras Pez de Plata?

Es lo que peor llevo. Siempre digo lo mismo. Al presentar un libro a la prensa o a los libreros me siento como si intentase vender una albóndiga enorme. Soy horrible. Todavía, después de cuatro años, tenemos serias dificultades para establecer nuestro catálogo en librerías. También es cierto que publicamos sólo cuatro o cinco títulos al año y eso perjudica nuestra visibilidad. Pero lo intentamos a diario. Mira, una noche, totalmente desesperado, escribí un poema para todos los libreros. Pensé en enviarlo, pero al segundo me dije: «Estate quieto». Fue hace un par de años y creo que ya es hora de recuperarlo. Crucemos los dedos. Decía así:

No se ofenda, librero, por lo que resta

Si yo, minúsculo pez en extinción

Intento ablandarle, respetuoso, el corazón

Con una docena libros en la testa.

Y es que a veces, a través del humorismo

Ab imo pectore, pido perdón

He llegado a entender que un almacén

―por silogismo―

¡Viene a ser lo mismo que un cajón!

Si está repleto, no hay posible coyuntura:

En las librerías no hay acción

Ni el paseo de almas

—la Literatura—

Hará un lector de fusta y diapasón.

Qué nos queda, librero.

Quien avista nuestros libros tiene suerte,

Quien suerte tiene lo agradece,

Pero poco libro, ¡menos preces!

Y más cuando el pez de plata languidece.

Nos falta la última batuta, el último pirata

Lobo fiero, recio navegante

Un capitán brillante: ¡fina plata!

Que lleve nuestros libros al estante.

Hay tesón, pasión, furia en Pez de Plata.

¿No lo ve?

No le quiero dar mucho la lata.

¿Se lo cree?

Y no se ofenda, librero, no se ofenda por el tono.

Gustoso los versos me como

Si cualquiera de ellos, en su lente

Le ha parecido feo, ripio, inconveniente.

 

Pregunta indiscreta: ¿vives de la editorial?despuesderita-book

No es una pregunta indiscreta, es una pregunta retórica. Y la respuesta es no. Se podría decir que vivo para la editorial y que ahora mismo me conformaría con que pudiéramos pagar un nuevo libro con las ventas del anterior. Hago informes y correcciones para otras editoriales y agencias. Pero no es suficiente. La verdad es que estoy constantemente buscando trabajo, o al menos nuevas colaboraciones en el sector.

Pregunta indiscreta dos: ¿escribes? ¿Te gustaría publicar algo tuyo?

Sí, pero lo hago como quien se cuenta un chiste a sí mismo. (Y yo soy de los que se ríen de sus propios chistes). Me divierte mucho. Me relaja. Hace años publiqué algunos relatos en antologías y tengo varias cosas acabadas, todas cómicas, y algún proyecto que avanza. Pero no me lo tomo demasiado en serio. Mariano Veloy siempre me dice que necesitaría encontrar un editor como yo que no sea yo. Y Boj, otro buen amigo, me aconseja que me quite la corbata amarilla cuando me ponga a escribir. No me obsesiona publicar, de hecho llevo años sin intentarlo. Me obsesiona editar, e intentar hacer bien mi trabajo. Eso es lo importante.

 

A los escritores les pregunto a menudo que cómo es su lugar de trabajo, ¿y el suyo? ¿Cuenta con diván de lectura?

Pues muchas cajas almacenadas a la izquierda, torres de manuscritos que leeré y torres de manuscritos que he leído a la derecha, libros que forran las paredes, una planta de bambú metida en un vaso gigante que no sé para qué sirve y, de frente, encima de un atril, una escultura de Groucho Marx que me regaló un amigo aficionado a la arcilla. Y en la pantalla, estos últimos días, las imágenes que componen Nimius, el libro del fotógrafo García de Marina que editaremos en octubre. Un espectáculo. Poesía visual, fotografía surrealista, humorística, imágenes que me recuerdan en cierto sentido los dibujos de Roland Topor en Mundo inmundo. Suelo leer en la cama, en plan faraón. Cortázar decía que ahí debía leerse Rayuela, con el fin de no dormirse en otras posiciones de luctuosas consecuencias. Pues eso.

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