GONZALO MOURE: «ESCRIVIVIR»

On 3 diciembre, 2013 by Redacción Creatividad Literaria

Le doy opción a que se presente y así regatear las entradillas gemelas que suelen acompañanar a su nombre, Gonzalo Moure, y esto es lo que confiesa: Yo diría que Gonzalo siente una enorme curiosidad por la vida, por el ser humano como parte de la vida. 

Ese espíritu le ha llevado a implicarse  en los libros que escribe, con los que ha ido ganando casi todos los premios de literatura juvenil: Gran Angular, Barco de Vapor, finalista del Nacional de Literatura, Primavera, de la Crítica Ala Delta o varios White Ravens, el último el de este año, junto con otra estrella del género, Mónica Rodríguez, por la novela Esta, la vida.

A Gonzalo Moure no le faltan premios, editoriales, invitaciones a congresos, talleres, bibliografía y lectores, con el mérito añadido de que siempre ha sido fiel a su manera de entender la literatura: arriesgar, buscar nuevos caminos narrativos. Así que cuando recibo un premio por uno de esos libros me siento satisfecho por mí, claro, pero sobre todo por el pequeño avance que propongo.

Y sobre narrativa, escritura, educación, incluso de su barba blanca blanquísima «engatusaniños», hemos hablado. Que lo disfrutéis:

¿Le pones algún límite a tu imaginación a la hora de escribir?

     No creo ponerle imaginación, solo vida, “escrivida”. La novela no inventa una vida nueva, simplemente la reorganiza, hurga en la vida posible adentrándose en lo que somos, buscando lo que podemos ser. Y creo que no hay más límite que lo creíble, lo posible, todo lo posible.

¿Y en cuanto al formato, a la estructura?

     No me lo planteo, dejo que la historia busque su forma, el punto de vista, el presente, el pasado… Y confieso que no soy capaz de hacer un esquema previo, ni de planificar nada. Seguramente es la consecuencia de lo anterior, de mi intención de “escrivivir”, de dejar que las cosas vayan pasando dentro del libro como si fuera la vida, para limitarme a irlo contando, para dejarme sorprender por “lo que pasa” tanto como quiero que se sorprenda el lector. Es verdad, se trata de algo simultáneo, y ya sé que es mejor cuando no lo tengo que meditar, solo dejarme sorprender y transcribir.

Vives en Asturias, donde la natalidad está por los suelos… ¿proyectas tus personajes desde la imaginación o te rodean habitualmente niños/jóvenes de los que extraer ideas?

     Me gusta muchísimo la visión de la vida desde el punto de vista del niño. Por eso suelo decir que no escribo “para niños”, sino “sobre niños”. Que no es lo mismo. Y sí, aunque no he tenido hijos, siempre me he relacionado muy bien con ellos, intentando conversar con ellos con naturalidad, de persona a persona, no de adulto a niño, para poder entenderles. Porque sé que fui niño, y recuerdo lo que veía, lo que oía, pero no puedo ser otra vez aquel niño ni sentir como sentía entonces, y necesito estar con ellos para entenderlos. Por eso me gusta tanto ir a colegios, institutos, clubes de lectura.

¿De qué sueles hablar en tus conferencias? ¿Cuál es el mensaje principal que intentas trasladar?

     De lo que te estoy hablando hasta el momento: de la literatura como reflejo y reorganización de la vida, de la literatura como banco de pruebas de la vida, de lo que me horroriza la ñoñería, la suposición de que los niños son lectores menores. ¡Si son los mejores! Cuando les tratas con ese respeto se motivan, sacan lo mejor de sí mismos.
Y también de que hay que huir del maniqueísmo, de la división del mundo en buenos y malos.

¿Y en tus historias? ¿Te interesa que haya moraleja?

     ¡No!  No digo que no haya moraleja en las buenas historias, la puede haber, pero ese no es mi papel, ni menos mi intención. Escribo por la fascinación de la idea, de la misma historia, y acabo el libro (ni sé los que he empezado y han acabado por no interesarme), y le dejo el análisis al que lo lea, si lo quiere hacer. Aunque la verdad es que prefiero que no lo haga, que simplemente disfrute leyendo, viviendo la historia como si fuera la vida.

¿Por qué elegiste este género?

Fue bastante casual. Sabía que quería escribir, incluso “ser escritor”, pero no sabía qué. Y en mi primer libro, Geranium (1989), los protagonistas, porque esa fue la idea, eran dos niños a bordo de una nave espacial. Y me fascinó su mirada a través de la historia, las ventanas de la nave. Y seguí, cada vez más entusiasmado con esa visión infantil que tanto me interesa.

¿Dónde encuentras las historias que te llevan a escribir?

     ¡En la vida! Ya digo que trato de que mis libros sean simples desarrollos de algo que me encuentro por azar. En el fondo, soy una mezcla de periodista y escritor: encuentro cosas que contar, muchas veces sin buscarlas, y entonces soy periodista, quiero contarlo, para después convertirme en escritor, ver “qué pasa” a partir de eso que he encontrado. ¿Ejemplos? Mis caballos, mis perros, los niños que conozco por ejemplo en el Sáhara, los jóvenes…

¿Qué lecturas recomiendas a niños y jóvenes en los clubs de lectura?

     Las que les gusten. No puedo recomendar un libro para todos los de un grupo, es imposible. Pero les pido que busquen lo auténtico, que huyan de la moda, de la literatura programada, de la de encargo: de la falsa, vaya. Da igual que sea fantasía, aventura, ciencia-ficción, lo que sea, pero que sea sincera, literatura que busque para que ellos, como lectores, también busquen.

Fuiste periodista, ¿sería posible un periodismo infantil? es decir, que su público objetivo fueran los niños.

     Pues… No creo, no. Creo más bien que la literatura es el periodismo de los niños, porque les habla de una manera divertida y fresca (o seria y dura) de la realidad, aunque sea en forma de fantasía.

Te hago una pregunta que me han hecho, no te lo tomes a mal, pero ya que hay quien lo piensa te dejo a tí que lo respondas…¿es más fácil escribir para guajes? (cito literal)    

     Yo creo que ni más fácil ni más difícil. Pero es que hay excelentes escritores de literatura adulta que han sido tentados, o que se han aventurado a escribir para niños, y no les ha salido muy bien, o incluso les ha salido muy mal. Es entonces cuando suelen decir que es “muy difícil”. Y sin duda para ellos lo es. Para mí, para muchos colegas, es al contrario. Por eso, no creo que sea más fácil o difícil. Creo que es una cuestión de naturaleza, de aptitud, de talento para algo determinado.
Para decirlo de otra manera: yo escribo así, no cambio nada. El que siente que tiene que cambiar la voz, la forma de escribir, el que imposta su voz para “hablar a los niños”, fracasa casi siempre.

Cuando recibes tantos premios y tan importantes ¿cómo te afecta? ¿qué crees que tienen tus historias que las hacen ganadoras?

     La verdad, casi siempre me he presentado a premios con libros difíciles, arriesgados. Algunos, después de ser rechazados por el editor, o por los editores. Pero un premio literario no debe premiar lo comercial, lo fácil, sino lo arriesgado, lo difícil. Y eso es lo que creo que he hecho siempre: arriesgar, buscar nuevos caminos narrativos. Así que cuando recibo un premio por uno de esos libros me siento satisfecho por mí, claro, pero sobre todo por el pequeño avance que propongo.

En las entradillas a tu nombre, la mayoría citan tus interés por lo social y los conflictos entre padres y adolescentes. Te doy la oportunidad de hacer esa entradilla ¿cómo sería?

     Pues… no estoy de acuerdo. Yo diría que Gonzalo siente una enorme curiosidad por la vida, por el ser humano como parte de la vida. Eso muchas veces nos lleva a lo social, pero puede ser a muchos más destinos.

Esa barba tan blanca… ¿es marketing atrapa niños con ganas de que les cuenten cuentos? Apetece leer alguno de tus libros al ver la foto del escritor de barba tan blanca…

     Jaja, sí, confieso que sé que tengo “pinta de escritor” (aunque, qué cosas, los niños más pequeños que no han visto a ninguno aún se imaginan al escritor con bigote, gafas y corbata). En mi defensa diré que llevé la primera barba de mi colegio, cuando apenas tenía 17 años, y que ya nunca, salvo por cosas puntuales, me la he afeitado. Y blanca… se ha ido haciendo. Me gustaría que siguiera siendo rubia, aunque eso me quitara esa imagen…

¿Qué cambiarías de la educación de Lengua y Literatura que reciben los niños y jóvenes españoles? ¿Qué sugieres?

     Buf, lo cambiaría todo. No basaría la enseñanza en la gramática y la historia de la literatura, desde luego. Sería muy largo decir qué programa haría, pero en resumen empezaría por la lectura. En voz alta primero, compartiendo con los demás después, y privadamente por fin. Y buscando los textos actuales o modernos que llevan al ser humano ante las preguntas, ante la duda. Divirtiendo. Creo que es la lectura la que lleva a la teoría y a la historia, y no al revés. Es más, creo que la biblioteca del centro debe ser el motor de la curiosidad, del deseo de saber, en el sentido más amplio y en el más concreto: porque la gramática, la puntuación, la sintaxis, no son sino herramientas para poder comunicarse con los demás.
Vengo diciendo últimamente algo en lo que creo: si el siglo XX fue el de la socialización de la lectura (antes solo leían las élites), el siglo XXI probablemente será el de la socialización de la escritura (ahora solo escriben/escribimos las élites.)

¡Muchas gracias por esta oportunidad de decir tantas cosas que quería decir!

¡A tí Gonzalo!

 

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