Creatividad Literaria

ENTREVISTA IMAGINARIA A ANTONIO MUÑOZ MOLINA

Me gustaría no saber nada de este hombre. Que alguien me recomendara charlar con él. Enfrente, cerveza, café o refresco mediante, se me sentaría un tipo de bigote o barba. Un libro sobre la mesa como contraseña para reconocernos junto al ventanal de un café vecino.

Entonces le preguntaría lo que a otros, que cuáles son sus métodos de escritura?, que qué rutinas sigue, si es que sigue alguna, que dónde encuentra la motivación, y si la busca.  Así iría conociendo a Antonio, porque me imagino que no vaya por la vida anteponiendo sus dos apellidos. Hola soy Muñoz Molina, ¡¿Quién hace eso?! Me haría una idea de él fresca, como cuando ves una película sin ninguna referencia. Que me maten los periodistas, él mismo… pero hay ciertas entrevitas que merecen ser a ciegas, llegar al encuentro vírgenes de información. Estoy segura de que la conversación fluiría más natural, que él me contaría con mayor sinceridad sus temores y alegrías; que aflorarían datos, ideas y sensaciones más ricas que el número de libros publicados y los premios recibidos. Casi seguro que me chivaría en qué se basó en tal y cuál personaje, que rajaría de algún académico y que me hablaría de su vida doméstica con su mujer, doña Elvira. Me da a mí que convertiríamos la obligada entrevista, los malditos diez minutos pactados, en una charla.

Aunque, tal vez, puede ocurrir que junto al ventanal haya otro tipo de bigote o barba con un libro sobre la mesa. Un hombre que también se llame Antonio. Yo le preguntaré ¿Antonio? y él afirmará, y por supuesto no añadirá sus apellidos: Sí, sí, Martínez Vegas.  Quién sabe, tal vez sea un diálogo genial y el otro Antonio, de espaldas a nosotros, tome apuntes para una futura historia.

A ver si desde hoy hasta que el Premio Príncipe de las Letras venga a Asturias se me olvida lo que sé de él y no escucho una y otra vez la misma biografía, los mismos elogios.

Y como tampoco quiero ver una y otra vez su misma foto, elijo como imagen esta ilustración de Carlos Rivaherrera, me quedo con cómo lo vio él cuándo Antonio (Muñoz Molina) posó para su retrato imaginario…