CLUB DE LECTURA: ‘MAL DADAS’

On 10 julio, 2015 by Redacción Creatividad Literaria

Mal-dadas

—A mí me han contado que tiene treinta mil dólares enterrados en su casa —Smut clavó la mirada en mí.

—¿Eso quién te lo ha dicho? —preguntó.

Mal dadas es una novela negra, o country negro como dice el escritor Daniel Woodrell, publicada originalmente con el título de They don’t dance much en 1940. En la época no gustó a los lectores americanos, tal vez porque su realismo y su lenguaje directo resultaron demasiado duros o demasiado realistas valga, la redundancia. A mi modo de ver, y haciendo una comparación fílmica-literaria, es como si los diálogos y los personajes de Tarantino hubieran aparecido en los años de la ley seca.  A pesar de que la novela despertara la admiración de un autor de renombre como Raymond Chandler, Mal dadas fue demasiado avanzada para el gusto de los lectores de entonces y cayó en el el olvido hasta que en la década de los setenta volvió a publicarse. Hoy se considera una novela de culto.

Inédita en español, Sajalín la tradujo y la publicó en el otoño de 2013, un acierto editorial que celebramos y que te animamos a descubrir. Tal vez te pase como a mí, que mientras la leía sentía que estaba a la sombra del alerón de una gasolinera de un poblacho polvoriento de Carolina del Norte, mascando una pajita en la boca, con el sombrero ligeramente tumbado sobre mis cejas, sospechando cómo un joven granjero con poco dinero, poca cosecha, en un lugar con poco futuro y con alguna deuda se metería en un lío. Juro que escuché country de fondo en sus páginas, que me acompañó el regusto de unos tragos a una botella de whisky ilegal y que terminaba la tarde con ganas de jugarme unos dólares en una partida de póker en la trastienda de algún salón de carretera. Todo mérito del escritor James Ross, quien no me extrañaría que haya estado en la mesita de noche del guionista de la serie True Detective.

Mérito también del bibliotecario Manuel González por el acierto de esta nueva recomendación para nuestro Club de Lectura. Su opinión: es una fantástica novela negra en la mejor tradición del cine negro americano de los cuarenta.

SINOPSIS: durante la Gran Depresión, en Corinth, Carolina del Norte, no hay mucho que el joven granjero Jack McDonald pueda hacer además de beber una cerveza tras otra. Sin un céntimo y con una amenaza de embargo, Jack no duda en aceptar el empleo que su viejo compañero de colegio Smut Milligan le ofrece en su recién inaugurado salón de carretera, un lugar donde se sirve alcohol de fabricación casera, se juegan partidas clandestinas de cartas y se alquilan cabañas por horas. El continuo desfile de paisanos por el salón proporciona a Milligan buenos rendimientos, a menudo en forma de dinero, otras veces en forma de averiguaciones que, llegada la hora de liquidar deudas para seguir con el negocio, podrían resultar de vital importancia. Cuando el astuto y codicioso Smut ponga en práctica su brutal plan, a Jack le resultará difícil mantenerse al margen. Mal dadas podría ubicarse entre la cruda narrativa de James M. Cain y los primeros relatos de Ernest Hemingway. Una novela que, por su realismo sin concesiones y su lenguaje directo, resultó avanzada para el gusto de los lectores de su época, e impresionó a ilustres compatriotas como Raymond Chandler, Flannery O’’ Connor o George V. Higgins.

JAMES ROSS (Carolina del Norte, 1911-1990) se matriculó en la Universidad de Columbia tras participar en la Segunda Guerra Mundial, pero no llegó a obtener ningún título. Trabajó como albañil, granjero, y fue jugador semiprofesional de béisbol antes de dedicarse por completo al periodismo. De su obra narrativa solo consiguió publicar la novela de culto Mal dadas y varios relatos en revistas como Partisan Review, Cosmopolitan, Collier’s y Argosy. A pesar de que Mal dadas recibió elogios de Raymond Chandler, Flannery O’Connor y George V. Higgins, James Ross nunca encontró editor para su novela inédita In the Red.

En 1975 George V. Higgins escribrió un epílogo a la reedición de Mal dadas. Finaliza así: James Ross escribió con una sutil indiferencia hacia las modas, con valentía, y sus editores, con el mismo coraje, publicaron lo que les entregó. Pero nadie se enteró. Eso debió de ser lo más difícil de soportar: nadie se enteró. Hizo avanzar el oficio de la narrativa todo lo que podía avanzar en el momento en que escribió, pero nadie prestó atención. O muy poca gente. La vida es dura, es muy dura. Aún más cuando no hay suerte.  Y eso, por descontado, era lo que quería contarnos el autor.

Aquí puedes leer el primer capítulo. Abrimos comentarios.

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