RICARDO GÓMEZ: «LO VERDADERAMENTE FANTÁSTICO ES LO QUE SUCEDE EN EL ALMA HUMANA»

On 13 enero, 2014 by Redacción Creatividad Literaria

Ricardo Gómez  ha escrito cuentos, relatos, novela juvenil, novela histórica, poesía… Decenas de historias que nacieron entre números.  Hace años era profesor de matemáticas. Cuando Juegos inocenctes juegos.inddla escritura fue atrapándole más y más, exponencialmente,  solicitó una jornada reducida y a los cuatro años empezó a dedicarse por completo a la literaratura. Hasta hoy. De esa evolución, de ese aprendizaje y de cómo le gustan a él las historias, los personajes, los narradores, de cómo entiende la literatura nos habla: he intentado que a través de las matemáticas conozcan el mundo, lo interpreten, descubran sus reglas y se apasionen. Supongo que es lo mismo que se pretende con la literatura.

Tiene muchos premios: Barco de Vapor, Juan Rulfo, Ignacio Aldecoa, Gran Angular , el Cervantes Chico por el conjunto de su obra en literatura juvenil e infantil, o el último, por segunda vez en su carrera: el ALANDAR de Edelvives por Juegos inocentes juegos; pero su éxito, dice, es poder escribir.

Compartimos la introducción que él mismo se hace en su web, donde también podéis leer algunos de sus cuentos: Comencé a escribir “literatura adulta”, ámbito en el que obtuve varios premios. He publicado un par de novelas y relatos en ediciones personales o colectivas, así como libros de divulgación científica. Pronto pasé a escribir “literatura infantil y juvenil”, aunque en ocasiones no entiendo muy bien dónde está la frontera entre edades. Prefiero que los lectores sean quienes se consideren adultos, jóvenes o niños.

Eras profe de matemáticas y ahora te dedicas a escribir. ¿Cómo fue esa transformación, evolución, desnumerización, ricardo gómez-la_selvaevolución…?

          ¡”Desnumerización”, nunca! Lo he vivido como una transición suave, teniendo en cuenta que siempre me ha atraído la literatura como lector y que mis primeras obras las escribí simultaneando con la docencia. Dado que entre que comencé a escribir hasta que dejé las clases transcurrieron cinco años, con un período de reducción de jornada entre medias, tuve ocasión de hacer esa evolución lenta.

 

¿El contacto con los alumnos te ayudó como escritor?

          Supongo que sí, cómo negarlo. Pero en la misma medida que me he sentido ayudado por lecturas, viajes, amigos, películas… De todo lo bueno y malo que tiene la docencia, con lo que yo siempre he disfrutado más es de la relación con mis alumnos y he intentado que a través de las matemáticas conozcan el mundo, lo interpreten, descubran sus reglas y se apasionen. Supongo que es lo mismo que se pretende con la literatura.

 

¿Qué tipo de escritor eres? ¿De los que se deja llevar o de los que planifica?

          Creo que planifico mucho todo lo que se refiere a los personajes y su mundo interior. Nunca me siento a escribir hasta no saberlo “todo” sobre la posición de partida de mis protagonistas. Luego suelo dejarme llevar, aunque siempre hay una línea conductora, evidentemente. Pero lo cierto es que en muchas ocasiones descubro escenas que nunca imaginé cuando comencé a escribir la historia.

 

¿Le das importancia a la fantasía o prefieres tener los pies en la tierra al escribir?

        

  Si la pregunta se refiere a la dicotomía fantasía/realismo, evidentemente mi escritura transita por el segundo camino. Considel cazador de estrellasero muy difícil hacer una obra de fantasía que sea realmente original, teniendo en cuenta lo mucho que se ha escrito ya en ese género. Paradójicamente, creo que la realidad es mucho más rica y fecunda, más dada a imaginar y fantasear. Lo verdaderamente fantástico es lo que sucede en el alma humana.

 

¿Qué exige el lector juvenil?

           Cuando hablamos de lector juvenil yo siempre me pregunto de qué estamos hablando,  porque no es lo mismo un lector de 13 años que de 16, y por supuesto de 20. Creo que, en todos los casos, se subestima la capacidad lectora de niños, adolescentes y jóvenes, muy capaces de ir más allá de lo que ofrece la literatura encuadrada en “franjas de edades”. Creo que el lector juvenil solicita lo mismo que un lector adulto: que una obra le apasione, le enriquezca, le consuele o le distraiga de las mezquindades, preocupaciones y rutinas del mundo en que vivimos.

 

Cuando te invitan a conferencias ¿qué te gusta transmitir?

           Depende. Algunas conferencias han sido sobre matemáticas, otras sobre literatura… Trato de ser responsable con el auditorio y aportar alguna mirada novedosa y propia, que ya es bastante.

 

¿Y cuando vas a colegios e institutos y hablas con los chavales?ojo de nube

           Me gusta compartir con ellos el proceso de escritura e invitarles a leer como manera de desvelar el mundo y de descubrirse a sí mismos. También insisto mucho en que escriban, porque sigo siendo un idealista y estoy convencido de que leer y escribir, sin tapujos, ñoñeces ni modas, es un acto revolucionario que nos protege de la incultura, le necedad, la sumisión y el oscurantismo.

 

¿Cómo eras tú de chico? ¿Eras de los que escribías diarios o poesías a tus enamoradas?

           ¡Qué va, qué va! En los años 70, y en el Vallecas en que sufrí mi adolescencia, llevar un diario habría sido peor que vestir unas mallas de color rosa. Entre los rudos jugadores de futbolín y de billar eso ni se imaginaba, y jamás tuve un profesor de literatura que me animara a escribir por placer ni por el ánimo de realizar la más mínima introspección. Tampoco envié poemas a enamoradas, aunque debo reconocer que alguno escribí; los rompía inmediatamente porque eran malísimos.

 

¿Leías literatura juvenil del momento o grandes clásicos?

           De niño leía tebeos, que eran la literatura infantil de la época, desde el famoso TBO, al Capitán Trueno y las Hazañas bélicas, que era lo que circulaba por la calle y se podía cambiar por otros tebeos y por pocos céntimos en pequeños locales donde además comprabas caramelos y pipas de girasol. En mi preadolescencia, lo que caía en mis manos y me resultaba atractivo, desde Los viajes de Gulliver a El último mohicano, pasando por Robinson Crusoe, Viaje a la Luna o La isla del Tesoro. No existía una literatura juvenil propiamente dicha y ya en la adolescencia leía casi todo lo que podía comprar en La Cuesta de Moyano por poco dinero, autores adultos como Melville, Poe, Sven Hassel, Papini, Sweizg, Asimov, Highsmith, Clarke, Gardner, Kafka… No debía enterarme de mucho de lo que leía, pero me encantaba.

 

¿Cuál es tu éxito como escritor?mujer mirando al mar

            Creo que mi éxito es poder escribir. Cuando comencé a hacerlo no soñé con que tendría como ahora tengo un par de docenas de libros publicados. Sigo con deseos de hacerlo, con historias que ahora mismo están cociéndose, y espero seguir disfrutando leyendo y escribiendo.

 

¿Y cuál tu espinita?

           Ahora, en las circunstancias actuales, no disponer de más tiempo para escribir.

 

¿Por qué tipo de narrador y de historias tienes predilección?

           En cuanto a lo segundo soy muy ecléctico, porque lo mismo disfruto leyendo un buen diario que un libro de aventuras, un dramón realista que un ensayo científico o filosófico, un libro de poemas que una novela policíaca. Todo, con la condición de que sea bueno, lo que responde a la primera pregunta: me gustan los narradores sinceros, laboriosos, escrupulosos, que intentan revelar una parte del mundo o de los seres humanos que merece la pena conocer y que no se conforman con caminos trillados, tópicos manidos o argumentos sobados. 

 

Después de haber publicado tanto y con tanto reconocimiento ¿tienes necesidad de corrector?

           Si te refieres a una persona que revise mis textos después de escribirlos, no he necesitado nunca un corrector propiamente dicho, y la verdad es que me extraña esa figura porque creo que el escritor debe dedicar tanto tiempo a la escritura como al expurgo, el ajuste y la corrección. Lo que sí tengo es un grupo de personas queridas, muy buenas lectoras, que se prestan a leerme cuando acabo un cuento o una novela, antes de que yo envíe nada a cualquier editorial. De vez en cuando pueden corregirme una errata, pero lo más importante es que me dan su opinión como críticos en aspectos que tienen que ver con la solidez de los personajes, el desarrollo de la historia, el ritmo, los desenlaces… Cosas así.

 

Te han premiado en poesía, cuentos, novela juvenil y novela de adultos. ¿Se te da bien todo? ¿Cuándo te decantas por La_islacada género?

           Cada historia requiere un tiempo. Lo que se puede contar en un cuento no necesita una novela y al revés: hay situaciones que precisan la lentitud y el detalle de una novela larga y no se pueden despachar con 100 páginas para satisfacer a un editor o a un mercado. En cuanto a lo de juvenil/adulto, yo siempre parto de la base de que hay muchos jóvenes capaces de leer mucho más de lo que se supone. He tenido la satisfacción de que algunas de mis novelas de adultos han sido leídas en institutos y he tenido encuentros con los lectores.

 

¿Crees que hay que tener un “don” para escribir o se puede aprender? ¿Cómo fue y cómo es tu proceso de aprendizaje?

           Creo que para escribir, pintar o encuadrar una buena foto se necesita un “don”, pero en una de las acepciones admitidas por el diccionario, que es la de ‘gracia especial o habilidad’. Pero eso se aprende, no es un regalo de la naturaleza ni viene determinado por el material genético. Mi proceso de aprendizaje creo que tuvo que ver con un largo, muy largo, período de lectura y de aprecio de estilos y autores, antes de sentarme a escribir. Y luego, con poder hacerlo sin apremios, sin pretender ganarme la vida con ello.

 

¿Dónde te gusta escribir? ¿Cuáles son tus rutinas?

           Me gusta escribir en mi casa, rodeado de mis libros y mis pequeños fetiches, si es posible en silencio y preferiblemente a solas. Mis rutinas son las de cualquiera que se dedica a trabajar en casa: dedico tiempo a escribir y revisar, a responder correos, leo… De vez en cuando salgo con amigos a tomar algo, organizo alguna reunión en casa o voy a sus casas, salgo al cine, viajo, participo en algunas tertulias literarias…

 

¿Qué transformación sientes como escritor de literatura juvenil a medida que te haces mayor? ¿Cómo mantienes “en forma” la conexión con el público joven?

           Cuando yo de niño leía a Stevenson, a Cooper, a Verne o a Melville… no veía a los escritores, sino sus obras, y nunca me preguntaban qué edades tenían ni si tenían que ver conmigo o les gustaban las mismas cosas que a mí. Yo leía sus novelas y en ese sentido se cumplía la máxima de Foucault de que el autor muere en cada libro. Quiero que se entienda bien, pero yo no quiero hacer nada por mantener conexión con el público joven más que a través de lo que escribo. Me parece el mejor regalo que puedo hacerles a ellos y que pueda hacerme a mí mismo. Si dicen “Me emocionó tal libro” y resulta que ese libro lo escribí yo, es suficiente.

 

 

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