JESÚS DEL CAMPO: «ME HASTIABA LA LITERATURA DE OFICINA»

On 4 febrero, 2014 by Redacción Creatividad Literaria

El día antes de esta entrevista me acerco al Toma 3. Hay concierto. Jack Bosco, la versión musical de Jesús del Campo, acompañado boscopor Víctor Álvarez, presenta su segundo disco: Hunters and Horses. Hay quien comenta, y quien teme, que ahora el escritor de Los diarios clandestinos de Babel (Edhasa, 2001) Las últimas voluntades del caballero Hawkins (Debate, 2002), Historia del mundo para rebeldes y sonámbulos (Edhasa, 2007), Castilla y otras islas (Minúscula, 2008), Berlín y el barco de ocho velas (Minúscula, 2010) o Tristan Benson Blues  (Edhasa, 2011), invierta más esfuerzos en su proyecto musical que en sus novelas. Así que esa será la primera intromisión que yo cometa en forma de pregunta. En las respuestas y comentarios luminosos y sinceros de Jesús del Campo se va entendiendo aquel temor.

Palabras y reflexiones del primer autor vivo y primer español del que la independiente Minúscula editó un libro, Berlín y el barco de ocho velas, en su colección Paisajes Narrados. Aunque, ahora que lo pienso, esto tal vez no sea más que una anécdota para Jesús del Campo, porque él ve la literatura como algo universal y atemporal, y cree que es malo ceñirse a contextos de tiempo y de espacio.Opinión hija de una creencia superior: «La literatura es riesgo».

Si hay traductores en la sala de inglés, francés, italiano, portugués y rumano están más que invitados a convertir esta entrevista a los idiomas en los que las novelas de Jesús del Campo han sido traducidas. Por supuesto extendemos la invitación a cualquier lengua.

* Té y roibó y viajes y actualidad y medios de supervivencia social, en Defábula (Gijón)

** Ya en la calle, despidiéndonos, se me graba en la cabeza un off the record: Entre la vida y la literatura, me quedo con la vida.

*** Si quieres escuchar a Jack Bosco, clic.

¿Estás ahora totalmente volcado en la música o la compaginas con la escritura?bosco2

            Son dos actitudes muy distintas. Teóricamente la musica es más inmediata y creía que podía servirme de desahogo. Luego resulta que cuando quieres hacerlo bien, dejar una canción pulida y perfilada, también te lleva mucho esfuerzo. En este momento trato de simultanearlo, con éxito opinable.

¿Te gustaría que la gente atendiera a la letra de tus canciones como a la lectura de tus libros?

            Me gustaría que la gente estuviera más familiarizada con el inglés como lengua de la música. No tengo nada contra el pop en otras lenguas, pero es que suena más raro Nosotros también veríamos una soleá en japonés con cierta condescendencia o nos reiríamos un poco con flamenco interpretado en inglés o en holandés. Me gustaría que la gente viera el inglés como algo más familiar en la música pero, con los años, no ha sido así. Yo creo que los buenos letristas importan y las buenas letras importan. Hay que decir algo.

Es decir, tú te tomas en serio el contenido de tus letras.

            Sí, sí, mucho. Me tomo muy en serio el contenido. Las canciones tienen que tener imágenes. Las letras deberían ser subversivas, recordatorios de que los sueños existen y de que los sueños que nosotros mismos fabricamos cada noche, que son a veces muy estimulantes y lo más creativo que hacemos en nuestra vida, los olvidamos en cuestión de minutos. La música debería recordarnos eso. Yo intento que en mis letras haya imágenes que nos recuerden que la realidad es algo más que lo más prosaico que vemos cada día.berlin_barco

El otro día Pablo Rivero nos decía que no tienen nada que ver las letras que escribe para su grupo, Los Guajes, con sus novelas. En tu caso ¿están en la misma línea o son dispares?

            Tienen una cosa en común. Me gusta que en ambas haya una dósis, una inyección, de poesía. Las palabras están tan gastadas que cuando lo digo me muerdo un poco los labios. También busco imágenes onirícas. Como dije antes, los sueños me parecen muy revolucionarios, aunque los olvidemos, y procuro que estén presentes en una y otra. Aunque claro, en la música hay otro elemento que es la música misma, que, a veces, pues se come a la letra.

¿Escribes con música de fondo?

           Nunca. No, no. Me molesta cualquier cosa. Escribo siempre en silencio y mejor de noche. Somos como antenas, y de noche, cuando el mundo entero se calla ,todos los fantasmas son más fáciles de captar. De día, en el estruendo, es distinto. La noche es mejor.

Y hablando de música, ¿cuál es tu ritmo de escritura? ¿del tirón, pausado, estructurado…?

            Antes era más disciplinado. Incluso tuve una época de escribir por las mañanas y por las tardes ser bueno y no hacer nada. Pero ahora me hago trampas continuamente. En cualquier momento, en cursiva libre, trabajo. No hay nada peor que ser tu propio jefe. Cuando trabajas para otro sabes que de siete a tres tienes estás ahí, pero cuando eres tu propio jefe puedes ser muy tirano. A veces ni comer, depende. Violo mis propios biorritmos y me puedo meter jornadas de trabajo muy, muy largas hasta que realmente notas muchas tensión presión y ya te das un stop.Castilla y otras islas

Castilla y otras islas o Berlín y el barco de ocho velas  son novelas de viajes. ¿Escribes mientras viajas o lo haces al regresar?

           Ojalá lo hiciera durante, porque cuando viajo las ideas van a toda pastilla por mi cabeza, pero tan deprisa, tan deprisa que tendría que parar el coche y no digo ya escribir, tendría que llevar una grabadora y ponerme a hablar con ella, porque el estímulo de los viajes para la cabeza es impresionante. No sé qué mecanismo se pone en marcha en la cabeza al ver lo nuevo, lo desconocido, el reto de alejarte de lo cotidiano… Es un arranque formidable viajar. Muchas veces cuando viajo pienso eso, en tirar de memoria y recordar lo que se me ha ocurrido. Lo cual a veces se pasa y a veces no.

Cuando sales de Gijón, ¿ya sabes que el viaje te va a servir para un libro?

            No salgo con la idea previa, pero sé que cuando viajo mi poder de observación se despierta. Me apetece tomar nota de lo que veo y lo que reflexiono, porque ves las cosas de una forma muy distinta a en tu ciudad.

Algo me dice que sigues escribiendo a boli…

            Escribo siempre a boli, siempre. Puedo luego hacer una impresión a ordenador, revisar y acribillar el texto un poco, pero escribo siempre a boli. No me gusta trabajar ante una pantalla. Es algo demasiado nuevo. Esto que ahora llamamos nuevas tecnologías algún día serán viejas y la gente se reirá de nosotros como nosotros nos reímos ahora de, no sé, de cualquier cachivache decimonónico, como aquel teléfono que había que descolgar a dos manos. No. Quiero ser un poco antiguo en eso.

Como licenciado en Filología Inglesa, ¿crees que de alguna manera la cultura popular inglesa invita más a la literatura que la cultura popular española?

             Ellos lo parieron. Los Beatles realmente implantaron, yo creo, una forma de vivir. Yo creo que es el gran punto inflexión. Los primeros sesenta, Los Beatles, los Rolling Stones, los Kinks, Londres entero y quizá en buena medida Inglaterra se impregnaron de una forma de vivir que también afectó mucho al modo de comunicarse, a la publicidad y a la  propia literatura, que se hizo más inmediata. Ya de por sí, el inglés es una lengua de palabras cortas, acostumbrada al laconismo, a decir mucho en poco. Claro, la música también a veces es «mala», entre comillas, para la literatura porque hace que escribir parezca muy medieval, lo convierte en un proceso muy laborioso, muy lento. Sin embargo en tres minutos una canción dice muchas cosas y además implica muchos sentidos. Una canción engancha mucho.

Sí , pero a raíz de ese movimiento cultural surgieron muchos escritores que, además, no renuncian a incluir esas referencias en sus libros e, incluso, otorgar a los artistas plásticos de la época, a los cantantes, a la moda, etc. bastante protagonismo en las tramas.

            Tuvo muchísima influencia en la literatura, muchísima.

Un bibliotecario y un librero, por separado, me han dicho que, para ellos, tú eres el mejor escritor de Asturias. ¿Tú tristancómo te ves respecto a tus colegas y paisanos?

            Veo la literatura como algo universal y atemporal. Creo que es malo ceñirse a contextos de tiempo y de espacio. Enmarcar en generaciones, en movimientos, está bien para los profesores de literatura, pero, luego, en la realidad, es mejor ver cada cosa en sí misma. No pienso mucho en términos de escritor y asturiano, tengo que decir, y creo que no sería bueno para mí. Me parece que hay que alejarse un poco. Aunque, en fin, tampoco es un impulso mio premeditado, me alejo porque me sale así.

¿Cómo te influían las obligaciones y horarios del trabajo de profesor en tu faceta artística?

            Bien y mal. El proceso creativo es muy tramposo. Cuando estás ocupado piensas «ay, cómo me gustaría ahora tener sosiego y paz y calma y tiempo». Pero, luego, cuando te pones con paz y sosiego y calma y tiempo te dices: «¿y ahora qué?». En cambio, cuando estás en el autobús y no tienes un lápiz a mano, o cuando estás viajando, o charlando, o en clase en calidad de alumno, que me ha pasado que algún profe me ha tomado por alumno laboriosísimo y mentira cochina, simplemente estaba apuntando lo que se me ocurría… En esos momentos, al no estar en la agenda trabajar, pues por trampas del coco, se me ocurría trabajar. Me parece que el proceso creativo es cualquier cosa menos limpio. Juega muy sucio contigo, siempre es muy tramposo y te obliga a hacer las cosas cuando no lo tienes pensado.

Trabajas bastante con material autobiográfico, ¿es más fácil o más difícil?

            En los libros de viajes es imposible no hablar de uno. No es muy complicado siempre y cuando uno se camufle. No me gustaría contar mi vida, nada. Pero sí me gusta contar cosas de mi vida convenientemente disfrazada, con guiños de realidad, con humor. Como diría Borges «cambiando uno o dos nombres propios». Entonces sí, si no no. No me veo haciendo una autobiografía stricto sensu. Madre mía. Contar todo no, pero hacer guiños a la realidad, eso es muy divertido.diarios secretos de

Leí que te comparaban con Fernández Mallo en el aspecto de romper con los esquemas de la narrativa tradicional. ¿Tú te planteas esa ruptura mientras escribes o no?

            Cuando saqué Los diarios clandestinos de Blancanieves realmente  quería hacer algo que rompiese. Me hastiaba la literatura de oficina. Yo creo que un libro tiene que tener, como las canciones, letra y música. No solamente tienes que contar una buena historia, tienes que contarlo bien, y un libro tiene que sonar bien, sonar, subrayo, sonar, como una canción. Las palabras tienen que ser bien sonantes. No me gusta la prosa de tirar para adelante y ya está. Creo que hay que enganchar al lector, sorprenderle, cotearle, porque, al fin y al cabo, nuestro mayor enemigo siempre es el tedio. Sí, me gusta romper y formalmente experimentar y arriesgar. La literatura es riesgo.

¿Y qué hay por ahí que te guste y recomiendes?

            Leo pocos contemporáneos, tengo que decir. Además, a veces, leer y escribir se hace muy incestuoso, se crea un cortocircuito. Lees y tan pronto te estimula como te hace más opaco. Leo bastante literatura inglesa, de cualquier época. Quizá, aunque sea un cliché, aunque un cliché cierto, me gusta esa sutiliza, ese reto para que el lector haga un esfuerzo por comprender. El inglés está enemistado con la explicitud y eso me gusta. Obliga al lector a descifrar. En España somos más de dejar las cosas claras. A mi recurrir a lo sutil me gusta, me parece un reto.

¿Con qué dificultades te encuentras mientras escribes?

Pues mira, cuando estoy escribiendo genero una cierta ansiedad porque es como si el papel te dijera «ahora no tienes excusa: no tienes que arreglar la lavadora, no tienes que coger un autobús, no hay nada que te impida que te sientes aquí y des lo mejor de ti mismo», que en teoría es lo que tienes que hacer. Eso, por definición, es un reto que genera cierta ansiedad porque en la vida, muchas veces, no se nos requiere, con que seamos del monton basta ¿no?. Eso me recuerda la responsabilidad, si es que es la mejor palabra, de dar lo mejor de ti mismo y de recordar, y esto lo quiero subrayar, que el desgaste de la vida, de los mil papeleos y las burocracis, que yo personalmente detestso, te arranca de lo mejor de ti. Es decir, te desgasta la imaginación, la sensibiblidad, te obliga a lavar pensamientos. Como decía una cantante canadiense nacemos con la fe y con la magia. Luego los vamos perdiendo y retenemos fragmentos. Yo suscribo eso complenamente. Estoy cien por cien de acuerdo. Luchamos por retener fragmentos.

¿Quién y cómo te inculcó el gusto por la escritura? ¿Y cómo eras de niño? Si es que ya entonces había un vínculo con la escritura.

            Sí, sí, y muy precoz. Mis padres me invitaron a leer. No recuerdo que se metieran a forzarme a nada. Los dos eran maravillosos, personas muy sensibles, muy amantes de la música y de la lectura. Desde muy, muy crío me interesó la escritura, también mi propio mundo. Los libros me parecían objetos mágicos. Cuando mi madre, en nuestras expediciones a Gijón, me compraba un libro, aquel era un día muy, muy especial. Empecé a leer de muy, muy pequeño y a escribir mis cosas también siendo muy, muy crío.

¿Tienes pensado  volver a publicar?

            No creo que sea aceptable eso de «no lo voy a hacer más». Siempre piensas que te quedan muchas cosas por decir y por comunicar. Al revés, no debes permitir que los estruendos del día, las obligaciones y las presiones de la cotidianeidad te silencien. Tienes que encontrar siempre un espacio para decir tus cosas y para recordar lo mejor de ti mismo. Hay una frase en un cuento de Borges, no es de él, es una cita de Francis Bacon, que dice: «todo conocimento no es sino recuerdo y toda novedad no es sino olvido». Es decir, que ya sabíamos mucho, procuremos que no se nos olvide.últimas voluntades caballero hawkins

¿Te ves en el futuro como un escritor de éxito?

            Pues me temo que no. Pienso en el futuro tanto como los punkis. O sea, poco. Y tal y como están las cosas aquí, con lo que se entiende aquí por éxito y, en fin leyendo, los periódicos… pues no pienso mucho en eso. Es verdad que cuando escribes quieres que la gente te lea porque, al fin y al cabo, se trata de una comunicacion. Quieres que te escuchen del mismo modo que si estás en un bar y hablas pues esperas que te hagan caso. No te vas a quedar mudo, pero no pienso en grandes dimensiones porque sería castantre. Yo creo que pensar en el éxito es malo. Hay que hacer las cosas lo mejor posible y ya está.

¿Y cómo te tomas las críticas tan favorables que hay sobre tu obra? Te acompañan muchos adjetivos positivos.

            Me gustan porque son cálidas. Es muy solitario escribir. No es como quien juega al fútbol. Estás solo. Entonces, que alguien se tome la molestia de decir «he entendito esto que has hecho y me ha gustado y me ha parecido esto y esto» pues te genera un cierto sentimiento de clan, de tribu. Te sientes perteneciente a un grupo con esa gente a la que muchas veces no conoces de nada. Eso viene muy bien. Reconforta al espíritu.

 

 

           

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