DÍA DE REFLEXIÓN

On 29 noviembre, 2013 by Redacción Creatividad Literaria

Las librerías se reivindican con un día en su honor y aplican además un 5% de descuento en todas las ventas. Es el tercer año que lo celebran, y por celebrar no entendemos festejar. Hoy, independientemente de los descuentos, es una jornada de lucha y orgullo del librero contra el cambio de costumbres de muchos lectores, porque es una realidad que hasta los más románticos se estdia-de-las-librerias_2013án pasando al digital.

Cada vez es más frecuente que el dedo índice se utilice para avanzar pantallas en vez de páginas. Quien viaja, quien lee en transportes públicos, quien ahorra, quien venera la tecnología y sus cacharritos… El lector voraz tiene el «todo gratis» más fácil que bostezar.

Aún tengo los pelos de punta desde que vi esta semana la rapidez de descarga del último libro de un autor, llamémosle minoritario. Los e-books bajan de precio, las tablets se adaptan al formato, las plataformas piratas parecen hasta oficiales, las bibliotecas de barrio aún existen y a las editoriales cada vez les cuesta más gastar en papel.

Este panorama negro ataca a la mayoría de empresas culturales, siendo películas y literatura los géneros más afectados. Por lo que ofrece una sala de cine (pantalla, sonido, ambiente), si los precios se ajustan y dan con ofertas atractivas, el empresario debería tener un público asegurado. El cinéfilo existe, está vivo y adorará recuperar el paseo, andando, hasta la sala y, andando, a la caña posterior.

En cuanto al librero, está claro que, como en la sala de cine, también le diferencia del enemigo su escenografía, por lo que ha de ponerla en valor. Entrar en una librería debe de ser un momento especial. El espacio ha de lograr una atmósfera cálida, de confort y casi adoración a los objetos preciosos que nos rodean. Pero claro, con eso no vale, así podemos conseguir un momento agradable en un lugar con calefacción y buena música, un paréntesis de distracción mientras caminamos por la ciudad.

Ahí entra en juego el librero, pieza, como la escenografía de su local, única, irremplazable. Sin ser pesado, aconsejará, escuchará y guiará. Dirán que en internet abundan las listas de recomendaciones, pero diré que no hay nada como el trato oral, humano y experto en la materia.

Tercer valor: alguna oferta, algún descuento, algún vale, opciones más económicas o formatos regalo. Money, money, money, ya lo decía Liza Minnelly, el «money» importa para los coches, para el kilo de patatas y para los libros.

Escenografía+experto+descuentos. Vale. Eso ya existe en muchas librerías. Seguro que tienes en mente alguna. ¿Qué falla entonces?

Tengo una idea que es políticamente incorrecta. Como no estoy del todo segura de que sea la respuesta absoluta me atrevo a expresarla, así podréis rebatirla. Yo creo que en nuestra sociedad falla el gusto y prevalecen las excusas de tiempo y dinero. Falla el gusto. Una vez más la solución pasa por la materia en la que menos gusto demuestran tener gobierno tras gobierno, la educación.

 

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